jueves, 24 de febrero de 2011

EL ELEFANTE AFRICANO

ž
ž¿Dónde vive el elefante africano?

R: Históricamente los elefantes Africanos habitaban las áreas del sur del Sahara, a pesar de que actualmente se encuentran restringidos a los bosques, montes y sabanas de los parques y reservas debido a la invasión humana y la expansión agrícola. Ellos viven en manadas matriarcales migratorias complejas de ocho a diez y quince animales relacionados, liderados por una hembra dominante. 
žEl mayor vertebrado del planeta


El elefante posee unos rangos anatómicos inconfundibles, destacando su trompa -que es flexible, prensil y está dotada de una gran capacidad para aspirar agua-, sus defensas -comúnmente llamadas “colmillos”- y sus enormes orejas, que recuerdan el mapa de África.
Cráneo
Enorme y proporcionalmente corto, con los huesos muy engrosados y aligerados por numerosas cavidades aéreas.

  Orejas:
Mucho mayores que las del elefante asiático, pueden medir hasta 2 m de altura y 1,5 de anchura.
Además de su utilidad obvia en la audición, las orejas participan en las actitudes de amenaza; para disuadir a un potencial enemigo, el elefante las despliega totalmente, al tiempo que bambolea la cabeza. El elefante también utiliza las orejas para abanicarse, permitiendo así la irradiación de las calorías excesivas.
Cabeza:

Grande y ahusada, con ojos pequeños que acaso denotan una visión deficiente.


Defensas :
Rectas o curvadas hacia dentro y dirigidas hacia arriba en el extremo; mayores en los machos que en las hembras.
Bien visibles en ambos sexos, a diferencia del elefante asiático cuyos machos son los únicos que suelen tener unas defensas bien visibles, las defensas crecen continuamente y corresponden a los incisivos. Están compuestas casi por entero de marfil, una combinación de dentina, cartílago y sales cálcicas.
 
Patas
Largas, rectas y en forma de columna, terminan en unos pies circulares ensanchados en la base.
En el límite de una adecuada locomoción, las extremidades del elefante son columnares y escasamente articuladas, lo que impide el salto o el galope. Pese a ello, es capaz de desplazarse a una velocidad media de 4-6 km/h o de mantener durante un corto trecho hasta 40 km/h cuando carga o las raras veces que huye. También es capaz de ascender por laderas empinadas y de nadar con gran destreza, utilizando a veces la trompa como tubo respirador para atravesar ríos de gran anchura.

Dedos
Incluidos en el seno de un tejido fibroadiposo, no pierden su independencia ósea, lo que permite una gran movilidad y sensibilidad de las almohadillas plantares, y una gran adaptación a las irregularidades del terreno. 
žTrompa


Tiene 50.000 músculos y, a diferencia del elefante asiático, posee dos apéndices digitiformes en el extremo con unos pelos diminutos en cada punta.
Compuesta por miles de haces musculares, sirve de “mano” para estirar matas de hierba, arrancar la corteza de un árbol o llevarse la comida a la boca. La trompa es también un “brazo” vigoroso, capaz de descargar mazazos contra los enemigos o levantar a una cría encallada en el barro. Y no sólo es prensil y táctil, ya que con ella el elefante puede respirar, oler, beber, ducharse, manifestar su excitación sexual…

Planta del pie
Cubierta de un epitelio silenciador y antiderrapante, impide con su gran superficie que el animal se hunda en los terrenos blandos.

 
žPiel

Casi desnuda y carente de glándulas sudoríparas y sebáceas; pese a ser rugosa y gruesa, no carece de
sensibilidad.
ž
MEDIO NATURAL
 
Multitud de hábitats


El elefante africano vive en muchos tipos de hábitats (desde el nivel del mar hasta 5.000 m de altitud), incluidos los bosques más densos, las sabanas abiertas, las zonas pantanosas, el
busbveld espinoso e incluso los desiertos. Esta amplia gama de hábitats debe cumplir los requisitos de asegurar el suministro de agua dulce, tener abundancia de hierba para pacer y de hojas para ramonear, y contar con un mínimo de sombra. Si estos requisitos se encuentran durante todo el año, los elefantes -o por lo menos los grupos familiares, ya que los machos casi siempre son nómadas- llevan una existencia sedentaria; de lo contrario, realizan migraciones a gran escala que suelen tener un patrón estacional, a menos que la actividad humana y el desarrollo agrario les fuercen a un sedentarismo forzoso.  
Transformación del ecosistema


Cuando las poblaciones y los movimientos estacionales se mantienen en su estado natural, el elefante africano tiene un papel ecológico fundamental. Con unas necesidades alimenticias que en muchas ocasiones superan los 150 kg diarios de materia vegetal -hasta 300 kg en períodos lluviosos-, el elefante a menudo recorre grandes distancias para obtener su sustento. Aunque en época de lluvias suele preferir la hierba tierna, su régimen alimentario cuenta con más de un centenar de especies vegetales. Para encontrarlas, y sobre todo para paliar su insaciable apetito, los grupos, clanes y manadas de elefantes exploran grandes extensiones de terreno y, al devorar arbustos, maleza y en ocasiones árboles enteros, crean un sinfín de espacios abiertos, tanto en las tupidas selvas como en los numerosos terrenos arbolados que cubren gran parte de las sabanas africanas. 
El mosaico resultante, un complejo entramado de vegetación en varios estadios de regeneración, crea a su vez una mayor variedad de alimentos vegetales, lo que atrae a una gama mucho más amplia de otros animales herbívoros (que a su vez atraen a sus depredadores). Cuando la población de elefantes disminuye las zonas arboladas se tornan más densas y los herbívoros pacedores desaparecen. De este modo, cuando la presión de los furtivos o de los agricultores locales obliga a los elefantes a concentrarse en las reservas, la pérdida de arbolado facilita la conversión de la sabana boscosa en sabana herbácea, y los herbívoros ramoneadores desaparecen junto con muchos primates
Estado de las poblaciones


Aunque no está tan amenazado como el asiático, el elefante africano ha sufrido un grave declive de todas sus poblaciones. Excepción hecha de la subespecie del norte de África, cuyas últimas poblaciones quizá desaparecieron en fechas tan tardías como mediados del siglo XIX, este declive se intensificó en los años setenta, tras la crisis del petróleo, cuando el marfil se convirtió en un valor refugio y su precio se multiplicó por diez. El tráfico de marfil provocó que todas las poblaciones del herbívoro gigante empezaran a menguar de modo espectacular: de los 2.500.000 elefantes africanos de 1970 se pasó a menos de un millón y medio de 1979 y a 625.000 en 1989. Y el furtivismo no afectaba sólo a los adultos con largas defensas, sino también a los elefantes jóvenes; de este modo, mientras en 1979 el peso medio de los colmillos incautados eran de unos 9,8 kg., en 1987 esta cifra había descendido a 4,7 kg.

 
Apareamiento
žAunque puede tener lugar en cualquier época del año, la reproducción del elefante africano está muy relacionada con los recursos alimenticios. Por ejemplo, la mayoría de partos se producen durante la estación de lluvias, un patrón que se repite en casi todo el continente al ofrecer a las crías un clima más fresco y una gran abundancia de cobertura vegetal donde guarecerse. Además, el cambio de la dieta propia del final de la estación seca, a base de hojas y hierbas seca, a la dieta típica de la estación de la lluvias, basada en hierba verde y fresca, parece que también estimula la ovulación y la fertilidad de los apareamientos.
Las hembras, cuyo celo no dura más de cuatro o cinco días, anuncian su estado fértil mediante un mensaje oloroso, y cuando varios machos siguen este rastro de olor pueden entablarse batallas rituales, que más bien son demostraciones de poder que luchas reales. 
Estas peculiares “batallas” se desarrollan mediante exhibiciones de fuerza, tales como levantar troncos u otros objetos con los colmillos, y rara vez terminan con un desenlace fatal. Entre los escarceos de la hembra se incluyen tocar al macho con la trompa, alejarse de él y mirarlo de vez en cuando por encima del hombro mientras éste la sigue, o echar a corre perseguida por varios machos hasta que uno de ellos la toca con la trompa. A continuación, la hembra receptiva se deja montar por el macho fecundador. El período de gestación es de unos 22 meses _(17 y 25 meses son los valores extremos).

 
Infancia y juventud 
žLos elefantes tienen una infancia muy prolongada, y los cuidados que las hembras prodigan a las crías constituyen una de las grandes fuerzas de cohesión social de la especie. Ni siquiera la lactancia es una tarea exclusiva de la madre, y menos aún la vigilancia. Las hembras lactantes comparten a menudo su leche con crías que pertenecen a una tía o a una hermana, en tanto que las “canguros” -hembra subadultas de nueve años o más- desempeñan un papel crucial en la familia mucho antes de que ellas mismas puedan tener su propia cría. Gracias a este sistema, la madre puede alimentarse convenientemente (necesita dedicar a esta actividad las tres cuartas partes del día) y las jóvenes “canguros” adquieren una experiencia que les será útil para cuidar de sus propias crías.
EL PARTO
žEl nacimiento de un nuevo elefante a menudo es un gran acontecimiento. Desde los primeros signos que anuncian el parto, las hembras adultas y las adolescentes rodean a la madre, alentándola con el sonido grave y dulce que emiten con su garganta y amplifican con su trompa. Cundo se produce el parto, toda la familia se precipita para rozar con su trompa al recién nacido.
La madre, entretanto, intenta liberar a la cría de su envoltorio placentario con la ayuda de las hembras más allegadas. Terminada esta tarea, el pequeño elefante, que no supera los 120 k., yace en el suelo, todavía mojado e incapaz de levantarse. Con infinitas precauciones, la hembra lo levanta del suelo, pero lo más probable es que el pequeño siga sin poder sostenerse sobre sus patas. Poco tiempo después, sin embargo, ya podrá dar sus primeros pasos y tomar su primera dosis de leche materna. 



ALIMENTACION
žPese a su alimentación herbívora, los elefantes tienen una dieta muy amplia. En la sabana se alimentan principalmente de hierba, rodeando la mata con la trompa, estirándola por las raíces y agitándola en el aire para que se desprenda la tierra. También ramonean entre los arbustos, desgajando los tallos más sabrosos; cuando el ramoneo se efectúa en un árbol alto, no es raro que el animal arranque una rama lateral con su trompa, para elegir luego las ramitas terminales más tiernas. En la estación seca, la dieta se completa con frutos de palmera, semillas y frutos de jengibre salvaje, hojas de acacia y tamarindo e incluso madera de baobab. Los elefantes de selva, por su parte, no dependen tanto de la hierba, y su dieta consiste sobre todo en hojas de árboles, cortezas y frutos.
žLos elefantes, a pesar de lo que su apariencia nos puede mostrar, son unos animales silenciosos y ágiles a la hora de caminar gracias a las almohadillas que tienen al final de sus patas.
Esta característica de sus extremidades hace que se adapten a todo tipo de irregularidades en el terreno
.
   
 

3 comentarios:

  1. hola: nuestra critica es la siguiente: Su informacion nos parece muy completa por lo que llegamos a la conclucion de que su trabajo es exelente, la informacion publicada es llamativa gracias a las imagenes anexadas y creo que no se les paso ningun detalle. MUY BIEN HECHO.
    ATT: LAS GUSANITAS

    ResponderEliminar
  2. su información es suficiente para conocer a fondo las caracteristicas del elefante africano, ademas de incluir imagenes que refuerzan la información. es sorprendente conocer que este animal cunte con 50.000 músculos solo en la trompa.

    ResponderEliminar
  3. El equipo panda express te dara a conocer una critica constructiva;
    la informacion es suficiente y abarca a detalle las caracteristicas del elefante africano, se puede observar k la investigacion fue detallada, tiene relacion con las ciencias geoambientales porque nos habla de sus caracteristicas fisicas, y de su medio.

    ResponderEliminar